viernes, 10 de febrero de 2023

A different kind of journey

No es por no ir.

Si tengo que ir porque la situación lo exija, se va. Valore usted mismo, se lo dejo en sus manos. Respetos al máximo, en ese aspecto. A ver si se va a pensar que no quiero ir.

Si hay que ir, se va, porque es tontería siquiera pensarlo. Pero ir ahora mismo pa' na' es tontería, igual que le digo una cosa le digo otra.

No es por no ir.

Si tengo que ver Black Panther: Wakanda Forever porque la situación lo exija, porque los cuatro gatos que leen esta bitácora de mierda me lo piden, si tengo que ir y verla, se va. Respetos al máximo. Si tengo que ver esta película, que ya sin verla sé que me va a doler, la veo, porque es tontería siquiera pensarlo. Pero ir ahora mismo pa' na' es tontería.

Igual que le digo una cosa le digo otra.


Igual que le digo que podría haber escrito esta reseña sin necesidad de ver Blac panza guacanda foreba, y no habría sido muy distinta, le digo otra: me encantó la primera Black Panther. La película está muy lejos de ser perfecta, pero sus méritos compensan sobremanera sus carencias y mientras la veía desde mi butaca (porque fui a verla al cine y pagué mi entrada con mucho gusto, como un gilipollas que sigue amando el cine a pesar de los disgustos que la industria lleva diez años dándole, y gocé como un enano) en ese primer visionado no me di cuenta de sus vicios menos llamativos, porque estaba completamente atrapado por la ficción.

Igual que le digo que amo a Chadwick Boseman. Que me parece el casting perfecto para el personaje de T'Challa. Que su (temporal) muerte en Infinity War me dejó hecho mierda y que la, ¡ay!, muerte real y definitiva del actor, de un cáncer que no le impidió rodar cuatro películas físicamente muy exigentes entre ciclo y ciclo de quimioterapia, me dejó una herida que aún no ha cicatrizado.

Chadwick Boseman es mi héroe. Y está muerto. Y no volveré a verle jamás interpretando al rey de Wakanda. Y aún no me he repuesto de su pérdida, que probablemente nunca superaré.

Para mí, la franquicia de Pantera Negra murió con él. Una generación entera tendría que pasar para que otro actor pudiese tomar el relevo.

Pero Disney quiere pasta. A Disney no le importan las personas. Disney es una máquina que no puede detenerse, aunque no tenga ni puñetera idea de adónde va.

Si hay que ir, se va.

Disney quiere pastaaaaaaaa, así que hizo un Black Panther 2 que sólo podía ser un desastre porque habíamos perdido al actor que, a lo largo de cuatro largometrajes, había conquistado con su entrega, disciplina, profesionalidad y sacrificio, la máscara del héroe. Porque la herida estaba demasiado reciente para los actores que habían trabajado con él, para los espectadores que habíamos aprendido a amarlo, porque no tenía sentido un Black Panther sin Chadwick Boseman. No, al menos, antes de quince o veinte años, como tuvimos que esperar por Henry Cavill para que otro actor volviese a ponerse las mallas azules de Supermán con la dignidad con la que lo había hecho en su día el desaparecido Christopher Reeve.
We miss you, Mr. Reeve. We painfully miss you.

Era demasiado pronto para una secuela de BP. Pero la hicieron igual. La pasta es la pasta. Y, para mi sorpresa, este espanto cinematográfico ha recaudado más de 800 millones de dólares. Así que me temo que tendremos una Black Panther 3 con los mismos pútridos e insípidos ingredientes que ésta.
(Que no entiendo muy bien por qué ha cosechado esa morterada. ¿A toda esa gente que pagó una entrada para ver una película de Pantera Negra y les obligaron a ver dos horas y pico de película de Pantera Negra sin Pantera Negra pero con montones de mujeres racializadas, empoderadas y gritonas, un Namor que a plena luz es absolutamente irreconocible [y por eso nos resulta tan fácil llamarlo Namorl «El niño que cresió sin amor»] y lleno de masculinidad tóxica y, en los últimos veinte minutos de metraje, una, y lo digo con todo el cariño del mundo para Letitia Wright, a la que adoro, muestra de regalo de Pantera Negra de Hot Toys. A toda esa gente, digo, no les dio la sensación de que Marvel/Disney les había robado? Porque es lo que yo sentiría si me fuese a ver la próxima peli de James Bond y me obligasen a ver dos horas y pico de película de El Fary).

Y me pregunto si el hecho de que ni una sola serie Disney/Marvel, NI UNA, haya entrado entre las quince más vistas del año 2022 servirá como toque de atención para los desnortados pichafrías que deciden sobre los contenidos en la plataforma del ratón tiránico y alguien dará un buen golpe con los cojones en la mesa y dirá «¡se acabaron las mamonadas! ¡Más guion y menos propaganda!».


Y esta absoluta indiferencia por parte del público hacia los desfigurados programas trans-bi-racial-inclusi-woke de Disney lo sufre también, y no sabes amado lector lo que me jode alegrarme de que se estrelle una serie basada en la obra de uno de mis escritores favoritos, Los ladrillos del cagar, que a pesar de lo mucho que le comieron la polla a dos carrillos los pesebreros de costumbre, perjurando que era «la serie más vista en la historia de Amazon», es que ni siquiera es la serie más vista de Prime Video en 2022, que sigue siendo The Boys en el puesto 11. Que la sodomización pijoprogre con leche de almendra y azúcar de coco de la obra del pobre J.R.R. Tolkien hay que irse a buscarla a la categoría de «[Productos] originales», donde ocupa el puesto 15. Por detrás de trece títulos de Netflix (Stranger Things, Ozark y Wednesday en la santísima trinidad del podio) en la categoría de originales y habiendo perdido, en la lista general, contra REPOSICIONES de veteranas producciones como NCIS, Anatomía de Grey, Mentes Criminales, Supernatural ¡o Seinfeld! ¡Seinfeld, una serie de hace veinte años, ha sido más vista que el multimillonario capricho de Jeff Bezos!

Pero ir ahora mismo pa' na' es tontería.

Black Panther: Wakanda forever es un error. Es una burra muerta de glosopeda y ya putrefacta.

Creo, y espero que esto no suene contradictorio, creo que, puesto que la película se iba a hacer sí o sí, porque la participación en beneficios y el bonus semestral son la participación en beneficios y el bonus semestral y a los ejecutivos de Disney no se les paraban los símbolos de dólar en los globos oculares, la menos mala de las posibles decisiones, digo, habría sido fichar a otro actor. Sí, después de pontificar más arriba que Pantera Negra es Chadwick Boseman y lo seguirá siendo para toda la generación que se enamoró de él, creo que, puestos a hacer esta película, la decisión creativa menos traumática habría sido, definitivamente, fichar a otro actor para hacer de T'Challa/Pantera Negra. A fin y al cabo, y por dolorosamente pragmático que suene, es el personaje lo que importa, y no el actor que lo interprete.

Y si Marvel Studios puso de patitas en la calle a Edward Norton para luego fichar a Mark Ruffalo como Bruce Banner/Hulk y luego le hizo exactamente lo mismo a Terrence Howard, reemplazado por Don Cheadle en el papel de James Rhodes/War Machine (porque, aparentemente, los dos pedían más pasta y poder meter mano a sus diálogos y escenas), y los espectadores lo aceptamos con resignación y luego decidido entusiasmo; con mucha mayor justificación la compañía del ratón maligno podría haber buscando a un nuevo actor para reemplazar al que, ¡puto cáncer!, habíamos perdido a tan temprana edad, rompiéndonos el corazón a todos.

Habría sido la menos mala de todas las posibles alternativas dentro de la ya mala idea de hacer un BP2. Y no es que falten actores de color no sólo capaces de ponerse el traje de vibránium y la máscara, sino que sobran actores, incluso actores muy competentes, que han crecido viendo el «viaje del héroe» del personaje a lo largo de sus cuatro películas (Civil War, Black Panther, Infinity War y Endgame) y que considerarían un honor y un privilegio recoger la antorcha de Chadwick, el estandarte del más exitoso, amado y respetado superhéroe cinematográfico negro de los últimos  veinticinco años (dejando aparte a sidekicks como El Halcón,
el Luke Cage de Netflix y siniestros totales como la película de Spawn) después de lo bien que los de Marvel la cagaron con Blade, una película que podría haber sido el inicio del universo cinematográfico Marvel, DIEZ años antes de Iron Man, pero que acabaron dejando morir como franquicia, como ejemplo de cine de superhéroes adulto, hecho por adultos y para adultos, y como cuña con la que abrir el mercado cinematográfico a ese género fílmico de superhéroes del cual, según Kevin Feige, la gente nunca se cansará.
(Obviamente, lo que las declaraciones de Feige sugieren es que las métricas privadas de la industria empiezan a sugerir un hartazgo del público hacia el género de superhéroes, y por eso lo sacan a él diciendo «nothing to see here». Humildemente creo que se han equivocado al interpretar los datos. Que aquello de lo que la gente se está empezando a hartar es del mal cine, de superhéroes o de cualquier otro género. Y es que los fans del cine en general, y de los superhéroes en particular, nos hemos tenido que comer en los últimos años tres HORROROSAS temporadas de Batwoman, a cada una peor que la anterior, Thor: horrorl y parodia, una segunda temporada de The Witcher que acabó con Henry Cavill saliendo por la puerta de servicio de Netflix, la tardía y cinematográficamente quebrada Black Potorrow, Doctor ¿Me Tomas El Puto Pelo? En El Mundo Del Feminismo Interseccional, Ms. Sóloelprimercapítuloeramediodecente, Los Externos, Wonder el consentimiento es sólo para hombres y yo a este macizorro lo violo porque me da la gana que para algo soy una Woman de 1984, y, ouh, Dios, prepara vaselina, ♫ Abooooogadaaaaa solteeeeeraaaaa, practica mucho el seeeeexoooo ♫).
¡Hasta le han puesto las alitas en los pieses!

Respetos al máximo, en ese aspecto. A ver si se va a pensar que no quiero ir.

Otra vez: recastear (perdón por el barbarismo) a Pantera Negra/T'Challa habría sido la menos mala de la ya de por sí mala decisión de hacer BP2.

Pero no.

Igual que le digo una cosa le digo otra.

Lo que los comités de Disney han hecho es matar a T’Challa.

Y, Sara Sampaio Dominatrix dame fuerzas, lo matan fuera de cámara.

Por Dios.

No era suficiente con hacer revivir a los actores que conocieron a Chadwick Boseman, que trabajaron con él, que llegaron a amarle, el trauma de su enfermedad y fallecimiento. Me recontracago en la archiputa suprema del fornicaverso, que si yo, que no le conocí en persona y durante la exposición del logo de Marvel, con esa composición de escenas del pobre Chadwick en su paso por el MCU, empecé a llorar como un mariquita, ¿qué pudo suponer, para todos sus amigos y compañeros de rodaje volver al trabajo sin él y tener que darle a su personaje cinematográfico esta puta mierda de final falso de los cojones podridos de Belcebú?
Más culos por minuto de metraje en ese trono que en el de Westeros.

Pero, vamos a ver, miserables hijos de cuatrocientos millones doscientas setenta mil veintiocho putas bisiestas y media, si no queríais hacer un deepfake, que eso cuesta pasta, o montar digitalmente y de mala manera la cara del pobre Chadwick en el cuerpo de un especialista, como hicisteis con la pobre Olga Kurilenko (en el cuerpo de un tío) en Black Widow, o si queríais, pero es que ya casi ninguna empresa de CGI está dispuesta a trabajar para vosotros, ¿no habría sido más fácil ponerle el traje y la máscara de Pantera Negra a un doble de acción, inventarse unos problemas de radio para justificar que no oigamos su voz (aunque las IAs modernas están logrando cosas realmente sorprendentes, como ya oímos en Top Gun: Maverick), y «matar» al personaje luchando, herido de muerte en combate con un enemigo poderoso, sacrificándose por salvar a un inocente? Joder, cago en san Pitopato, ¿tanto os costaba, malditos mierdasecas, darle a T'Challa la muerte de un héroe?

Pero no. A T’Challa lo mata una «undisclose illness». La. Madre. Que. Os. Parió.

Pobre Angela Bassett, pobre Letitia Wright, pobre Lupita Nyong'o, pobre Danai Gurira, pobre Winston Duke, pobre John Wats... eeeh pobre Martin Freeman. Obligados por contrato a colaborar en esta profanación del cadáver de un amigo.

Valore usted mismo, se lo dejo en sus manos.

No es por no ir.

Si tengo que ir porque la situación lo exija, se va.

Pero ir ahora mismo pa' na' es tontería.

Black Panther: Wakanda Forever, dedica sus primeros minutos a matar a su protagonista. Y a matarlo de la peor manera.

¿Y qué se nos ofrece durante las dos horas y media de metraje restantes de este repulsivo y mal concebido acto de necrofagia cinematográfica?

Valore usted mismo, se lo dejo en sus manos:

Mujeres hablando de que hay que pasar página, pero no puedo, pero hay que pasar página, pero es que no puedo, pero es que hay que pasar página, «I'm not doing this, mother»; pero ¿no era uno de los dogmas del feminismo que las mujeres, a diferencia de los hombres, sí son capaces de mostrarse vulnerables y hablar de sus sentimientos? ¿Y por qué Shuri no es capaz de
mostrarse vulnerable y hablar de sus sentimientos?¿O sea que en BP2 tenemos a personajes femeninos hablando como tíos?

Namorl «El niño que cresió sin amor» pide ayuda a Wakanda por el lío en que T'Challa los ha metido al revelar  mundo la existencia del vibránium, del cual Atlant... Talok... Namorlia tiene importantes reservas, y la reina Ramona, perdón, Ramonda se le pone toda chula, toda Karen mode enabled, convirtiendo una embajada pacífica en un ultimátum. Pero eso sí, la reina Ramona, perdón, Ramonda, ha quedado de un empoderado que te cagas.

¿Winston Duke haciendo «cui, cui, cui», como un macaco en celo? ¡NO ME JODAS! ¡Pero esto QUÉ ES!

Diálogos de mierda, más diálogos de mierda, bla, bla, bla, chistes sin gracias, diálogos de mierda...

No es por no ir.
¡Acero pa' los barcos!

Presentación de Riri Williams, y al parecer a nadie se le ha ocurrido que meter a otra chica negra, genio de la ingeniería y decisiva para el argumento (aunque al final no tanto), difumina, emborrona y básicamente ENMIERDA el papel de la pobre Letitia Wright en esta secuela tan innecesaria como mal hecha, quitándole su parte de protagonismo en la película. Por no mencionar que Riri Williams fusila casi los mismos planos de Tony Stark durante el desarrollo
y primera prueba de vuelo de la armadura Mark II. Metraje reciclado, de una pereza encabronante, aburrida y ofensiva. Iron Man ya se ha rodado y Tony Stark no hay más que uno. Y es blanco y tiene pene.
(Riri Williams, que, de haber sido convenientemente presentada habría merecido una película o una miniserie propia, aunque su andadura como personaje de cómics y posible reemplazo étnico-vaginal de Tony Stark porque techo de cristal, porque Black Lives Matters, porque REPPPPPPRESENTEISHON, haya sido un desastre que ya ha tocado a su fin; no sólo se chotea de la cabeza afeitada de Okoye y se apropia del protagonismo de la pobre Shuri, es que no es más que un plot device, el ya resudado «la joven muchacha racializada y con talento especial que es la clave de la trama pero tampoco mucho» de Dr. Strange en el multiverso de la locura y Ms. Marvel y, en menor medida, la Eco de Hawkeye. Bazofia reciclada sobre bazofia reciclada).
Niñata del carallo con una pataleta, más diálogos de mierda, guionistas convencidos de que las mujeres poderosas gritan, hacen aspavientos y putean a otras mujeres (¿lo de ridiculizar a las señoras por su aspecto no era body shaming, herramienta misógina del falocéntrico heteropatriarcado opresor?), rompen cosas, más diálogos de mierda, bla, bla, bla. ¿Cómo sabían los talok... atlant... esteee namorlianos dónde encontrar a Okoye, Shuri y Riri? Ahora que lo pienso, ¿cómo coño sabía Namorl «El niño que cresió sin amor» que la máquina detectora de vibránium la había fabricado una niña de una universidad norteamericana? ¿Está suscrito a los boletines del MIT allá abajo, en las profundidades del oséano?

Si tengo que ir, se va.

Mujeres negras gritando, mujeres victimizándose, la reina Ramona, digo Ramonda, degradando a Okoye por no haberle echado un par de pelotas e impedido que los atlant... estee namorlianos se llevasen a Shuri, y recordándole lo mucho que sufrió cuando Killmonger se hizo con el trono y las dora milaje, como es su deber, se constituyeron en guardia de honor del nuevo rey (y es que las leyes y tradiciones sólo nos gustan cuando nos benefician a nosotros), con lo cual su castigo suena a venganza fruto del rencor. El hombre blanco colonizador ofreciéndose a ayudar a unas amigas en apuros pero siendo ghosteado porque sororidad, porque poder uterino, porque is taim for Africa, porque no vamos a permitir que un peneportador nos quite protagonismo aunque estamos desesperadas, nunca hemos sido más débiles y llevamos casi una hora de metraje cagándola a base de bien, de cagada en cagada y cago porque me toca. Y ahora nos vamos a buscar a Nakia, el personaje de Lupita Nyong'o, porque lo que cuatro mujeres racializadas no han sido capaces de hacer, seguro que la quinta lo consigue con un golpe de su étnico potorro. ¡Guacanda foreba!

Pero ir pa' na' es tontería.

Mierda expositiva de propaganda anticolonialista y falaz, la enésima vuelta de sacacorchos a la antihistoria del conquistador español genocida de los pueblos indígenas, «¡ay qué malo es el hombre blancoooooooo!», como si a los españoles nos hubiese importado alguna vez el color de la piel de las madres de nuestros hijos o si los apologetas de los imperios genocidas y tiránicos como el maya y el azteca, con 18 fiestas al año en las que se sacrificaban, de media, 50 000 seres humanos (de los cuales los niños de menos de un año se reservaban al dios de la lluvia, que se conoce que los prefería tiernecitos), estuviesen imbuidos de alguna superioridad moral; como si no existiesen las leyes de indias, que otorgaban a los indios los mismos derechos que cualquier otro vasallo de la Corona de Castilla, como si hoy en día en las antiguas colonias españolas en América no hubiese millones de descendientes de aquellos indios, muchos de ellos celadores de su lengua e historia nativas, como si los habitantes de las ex colonias inglesas pudieran decir lo mismo. Le sigue tremenda mierda de videoclip de National Geographic «la vida bajo el mar», y el tiempo pasa, plano a plano, y realmente no está sucediendo nada en pantalla y la película es un puto ñordo y vuelvo a llorar por el pobre Chadwick Boseman.

Más mierda anticolonialista, más «¡penitenciaguite, hombre blanco, que vienes a nuestro país a llevarte nuestro oro y petar nuestros mejores chuminos!», y como yo no tengo ningún sentimiento de culpa por haber nacido hombre, varón y blanco y no voy a consentir que nadie me lo inculque (y mucho menos la megacorporación sin alma que filmó la versión de imagen real de Mulan al ladito mismo de los campos de concentración del gobierno chino para musulmanes uigures, ¡y aún tuvo el cuajo de agradecer en los créditos finales la cooperación del gobierno de Xinjiang!), le doy para adelante a la peli porque es que esto no hay Cristo que lo soporte sin cocaína y huuuuuy la reina Ramona, digo Ramonda, amenazando a Namorl «El niño que cresió sin amor» con revelar su existencia a los americanos y Namorl «El niño que cresió sin amor» diciendo que Shuri se queda en Atlant… Talokan… o sea Namorlia porque se le pone a él en sus amerindios cojones y que si los gringos se enteran de su existencia o ve un barco wakandés cerca de sus fronteras mata a Shuri, a Riri y hasta a la rubita pechugona del Starbucks que le lleva su mochaccino de comercio justo con leche de soja y estevia.

¿Podrían haberse esforzado un poco más estos dos reyes de sendos imperios por no comportarse como gangstas mierdosos de bandas de Los Ángeles y un poquito más para aparentar que son estadistas prudentes y preocupados por el bienestar de sus súbditos? Y mira que el Submariner de los cómics es orgulloso, temperamental, demagogo e impulsivo, mira que ha le ha declarado de veces la guerra a la superficie (para acabar siendo derrotado, o disuadido, por Reed Richards, Los Vengadores o Spiderman) a cuenta de alguna chuminada que se habría resuelto con una llamada de teléfono si Atlant… digo Talo… digo Namorlia tuviese embajada en Nueva York pero, cojona, que es que no lo veo, que el carácter de este tío emplumado y lleno de piercings se parece casi tanto al Namor de los cómics como yo a Henry Cavill recién salido de una ducha de agua helada.

Es tontería siquiera pensarlo.

Y ooouh, ¿de verdad aún falta una hora de metraje? Aaauuuh, Dioooos, y ahora va
Winston Duke y se golpea el pecho como un gorila aaaagh, joooodeeeeer. Y Namorl «El niño que cresió sin amor» lanza otro ultimátum, y ya no sé cuántos van, «¡o conmigo contra los de secano o yo contra vosotros y luego contra ellos!», perpetuando el tópico de que el peor enemigo de la gente oscurita de piel no es el colonialismo europedo, el heteropatriarcado opresor ni el capitalismo interferométrico sardanapálico, sino la otra gente de color, con lo cual esta película está lanzando un mensaje y el contrario al mismo tiempo: «blancos caca, negros más caca aún».

Y aún queda casi una puta hora, auuuh. ¡Sara Sampaio, dame fuerzas!
«Ánimo, que ya falta menos».

«Los wakandosos son buena gente porque no han usado su tecnología para sojuzgarnos porque eso es exactamente lo que habríamos hecho nosotros si tuviésemos vibrano, digo vibránium». Sí, claro, obvio, que diría un argentino, pero ¿quién ha escrito esta mierda que parece la justificación de una mujer maltratada? «Sé que me quiere mucho porque hace seis meses que no me da de hostias».

Se lo dejo en sus manos. Respetos al máximo, en ese aspecto.

Aburriiiiiiiiiiida secuencia de la construcción de la armadura de Ironheart y las investigaciones de Shuri por replicar en laboratorio la planta mágica psicodélico-superferolítica que da poderes escarolitrópicos-gimnésicos y que Killmonger destruyó en la primera Black Panther, todo con intrascendentes conversaciones femeninas intercaladas; y una secuencia que en Iron Man es PURRRRRRRA ÉPPPPPPPPICA aquí es EL RECONTRACOÑAZO ULTRASUPREMO y no, no estoy intentando hacer un juego de palabras.

Me levanto a cagar. No paro la película. ¿Para qué?

Vuelvo de desahuciar al topo. Shuri, al parecer, ha tomado la droja sintética del Quimicefa que inventó y, en vez de turbomorirse, tiene una experiencia extracorpórea, ve al difunto Killmonger, que le dice que el fallo de T'Challa es que era demasiado noble y no estaba dispuesto a hacer lo necesario para proteger Guacamola, digo Wakanda. Eeeeh, ¿cómorl?

Igual que le digo una cosa le digo otra.

Shuri entra en escena, blackpanthereada (y eso que de niños nos decían que las drogas eran malas), y es el único momento, en toda la puta película, en el que siento un poco de gustirrinín, y entonces voy y me imagino al pobre Chadwick Boseman sonriendo desde el cielo y empiezo a llorar como no he llorado en mi vida desde que Ashlynn Brooke dejó el porno.
Deutschland!

Y va Shuri y me jode este momento de recogimiento, de duelo y recuerdo con un discurso gritón de Charo rabiosa y ávida de venganza.

Y aún falta puta media hora laaaaaaaaaaarga como un plano a cámara lenta de Zack Snyder de los que, por cierto, hay bastantes en esta película. Huy, perdón, quería decir «demasiados».

Ooooooooh, Dioooooooooos, noooooooo, ¡el puto plano Power Rangers! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
Compara esta mierda baratiuska...

No es por no ir.
...con este plano ÉPPPPPPPPICO.

EsPUTOspera. ¿Que no hay una Ironheart sino mire usté lo que representa tres, dos de ellas dora milajes caídas en desgracia, vamos Okoye y la otra calva random? ¿O sea que me sacas a Riri Williams para quitarle protagonismo a Shuri y ahora le quitas protagonismo a Riri con estas otras dos armaduras voladoras? ¿Dónde dices que te dieron el título de guionista de cine? Porque seguro que la chupas de cine, amor.

Ah, claro, después de comerse la flor mágica del vaginismo interseccional, Letitia Wright, que debe de pesar lo que dos alitas de pollo sin rebozar, puede darle de toñas a Tenoch Huerta, que está más mamado que el cipote de Keith Richards.

Ah, bueno, la moraleja sobre la destructora persecución de la venganza si está bien, mira. Lástima que sea la guinda de un pastel de diarrea de vaca porque, encima, vuelve a ser material reciclado. En este caso de Capitán América: Guerra Civil, de la escena en la que T'Challa decide perdonar la vida a Zemo e incluso impide que se suicide.
Yibambe!

Y básicamente todo lo que sucede en Wakanda forever a partir de aquí me importa una higa. Porque esta falsa secuela, escrita por completos cagabandurrias que en su puta vida han cogido un cómic en la mano, que se han pulido doscientos millones de dólares y desaprovechado miserablemente el talento de bestias pardas de la interpretación como Angela Bassett, Lupita Nyong'o, Michael B. Jordan, Danai Gurira o Bilbo Bols... Martin Freeman, me resbala por mis peludos cojones de escritor, cinéfilo y lector de historietas con cuarenta años de saltos de combate en mis charreteras.

Y ahora que lo pienso, todo lo que precede a este tercer acto también me la bufa a dos carrillos.
Si tengo que ir porque la situación lo exija, se va.

Qué dolor.

Qué dolor.

¡Y la escena post-créditos y su transparente pretensión de manipular mis sentimientos, esa escena absolutamente estúpida y que, apuntando con un pene al futuro de la franquicia, manda a mamarla a parla todo el GAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAL PAUA construido a lo largo de estas interminables dos hostias y mierda, digo dos horas y media!
¿Dije dos alitas de pollo? Más bien una y media.

Pobre Angela Bassett, pobre Letitia Wright, pobre Lupita Nyong'o, pobre Danai Gurira, pobre Winston Duke, pobre Bilbo Bols... eeeh pobre Martin Freeman, nuevas víctimas inocentes de la imbecilidad woke de comités sin talento ni redaños.

POBRE Chadwick Boseman.

Le echamos de menos, alteza.

Wakanda forever.

No es por no ir, Disney.

Pero ir ahora mismo pa' na' es tontería.

Igual que le digo una cosa le digo otra.
«Death is just a different kind of journey... to the land that I am king of».

T'Challa, rey de Wakanda. Secret Wars Nº 7.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ni SPAM ni Trolls, gracias. En ese aspecto, estamos más que servidos.